lunes, 23 de enero de 2012

Minicuento: No estamos solos

Siempre me ha gustado esta carretera. Procuro evitar siempre la autovía porque me resulta más entretenida una ruta con curvas. Eso sin contar los 20 kilómetros que me ahorro.


Otra ventaja es que también conoces los sitios en los que parar cuando como en este caso la vejiga parece que va a explotar. Así, al entrar en una recta aparto el coche en un ensanche. Coloco las luces de emergencia al tiempo que desabrocho el cinturón de seguridad. Quito las luces largas ya que aunque no me he cruzado con ningún coche esta noche, no quiero deslumbrar a cualquiera que pudiera aparecer ahora -cumpliendo por cierto las leyes de Murphy-


Miro por el retrovisor antes de abrir la puerta y bajo del coche. Me aparto un par de metros mientras bajo la cremallera. Afianzo los pies y comienzo a orinar.


Alzo la mirada, el cielo está lleno de estrellas. Este punto apartado de todo el mundo es lo que tiene. Es como si las estrellas se hubieran multiplicado.


Finalizo de orinar y bajo la mirada mientras vuelvo a abrocharme. Es entonces cuando lo veo, está ahí, frente a mí, a unos dos metros.


Un montón de ideas se estrellan de golpe en mi cabeza... son como dicen las películas... altos, cabeza grande y ojos negros, una boca minúscula bajo una nariz ínfima, apenas dos puntos...


¿Que hago? ¿Lo saludo? Retrocedo un paso. El ser me mira, impasible. Pienso que puede haber otro detrás mío y que chocaré contra él. Un escalofrío recorre mi espalda. Me detengo.


¿Corro hacia el coche? Jolines tío, ¡es un extraterrestre! Has soñado con ellos desde pequeño y ahora estás frente a uno. Lo miro de frente y trago saliva. Miro al suelo. Es arenoso. Me agacho. Hago un punto en la arena con el pulgar y con el corazón, completamente extendido trazo un círculo. A continuación, marco un punto en la circunferencia y utilizando el mismo radio formado por mi pulgar y el dedo corazón que usé para hacer la circunferencia voy haciendo otras cinco marcas en los puntos que cortan con la circunferencia partiendo del punto original y luego de cada nueva intersección. Para finalizar trazo el hexágono formado por las seis intersecciones en la circunferencia.





Alzo la mirada. El ser ha observado mis movimientos. ¡Matemáticas! El idioma universal, seguro que eso lo ha entendido.


Me mira. Una sonrisa se forma en su pequeña boca. Noto la sonrisa también en sus ojos. Entonces habla.


- "Llevamos mucho entre vosotros. Ya sabemos que sois seres inteligentes"